La Plaza de la Reina se encuentra al final del Borne, junto a la cuesta de Conquistador y las escaleras de la Costa de la Seu (antes llamada Costa de n’Adarró). Tiene una fuente central redonda y un bonito jardín con flores y ombús de gran tamaño.
Ha cambiado poco a lo largo de los años. No siempre las reformas y mejoras de las ciudades tienen un buen resultado. En ocasiones, al querer dejar todo impoluto, las cosas pierden carácter, no ha sucedido así con la Plaza de la Reina: mantiene su sabor.
Es un espacio perfectamente urbanizado desde que en 1863 construyeron una glorieta, diseñada por el arquitecto Antoni Sureda, en el lugar que ocupó el Convento de San Francisco de Paula (derrocado en 1837). La glorieta incluía un jardín, del arquitecto Josep Frontera, y en el centro había un surtidor con un pequeño estanque.
En septiembre de 1860 se construyó un monumento conmemorativo de la visita de la Reina Isabel II a Palma. Ocho años después fue destruido, cuando se supo que la familia real había huido a Francia, a causa de la Revolución de septiembre de 1868.
En el jardincillo del lateral de la plaza vemos un monumento al poeta Joan Alcover, que data de 1928. Es un rincón umbrío, precioso y acogedor. Surtidores decorados con grutescos aportan un ambiente misterioso. Corona el monumento “La Serra”, figura de bronce creada por Esteve Monegal, en referencia al poema de Joan Alcover.
La Plaza de la Reina está rodeada de edificios muy interesantes y representativos de la arquitectura palmesana. Llama especialmente la atención el edificio color siena en la esquina del Borne, con sus invernaderos y barandillas de hierro trabajado. Muy cerca está la Oficina de Turismo del Consell Insular de Mallorca.
Este agradable rincón de la ciudad de Palma de Mallorca parece mágico o, simplemente, se trata de una plaza bien ideada, con la alegría de las fuentes y la agradable sombra de los ombús.