Tras la derrota de los musulmanes en las Navas de Tolosa (1212), Jaume I emprende la expansión del reino por el Mediterráneo.

Proceso inscrito en el marco global de la política de los reinos cristianos peninsulares, se constituyó en parte fundamental por el programa propiciado por el monarca a partir de 1228 para reafirmar su poder y recuperar el prestigio y la autoridad de la Corona, para lo que propuso una empresa militar colectiva que beneficiar a a todos, con el rey como motor y como cabeza suprema de este proyecto.

Ante los ataques de los piratas mallorquines, los mercaderes de Barcelona, Tarragona y Tortosa pidieron ayuda al monarca para acabar con la amenaza. Así, en una reunión en Barcelona el 23 de diciembre de 1228 le ofrecieron sus naves, mientras que los nobles catalanes acordaron participar en la empresa a cambio del botín y dominios territoriales.

Aunque un grupo de caballeros aragoneses participó en la campaña debido a sus obligaciones con el rey, la conquista de Mallorca sería una empresa fundamentalmente catalana y catalanes serían también posteriormente la mayoría de sus repobladores.

El 5 de septiembre de 1229 partía de Salou, Cambrils y Tarragona la flota cristiana rumbo a Mallorca, formada por más de 150 naves, la mayor parte de ellas catalanas.

Las distintas fuentes hablan de unos 800 caballeros y miles de soldados.

Las tropas de Jaume I desembarcaron en Santa Ponça y vencieron a los musulmanes en la batalla de Portopi el 13 de septiembre de 1229.

En la localidad de Santa Ponça se eleva una cruz conmemorativa del acontecimiento y se celebran durante las mismas fechas representaciones del desembarco.

La batalla ganada por las tropas cristianas, sufrieron bajas de importancia como las de Guillem y Ramón de Montcada. Tras este enfrentamiento el camino hasta la capital de la isla, Madîna Mayûrqa, se presentó libre de obstáculos para las tropas invasoras que se prepararon para el asedio a la ciudad.

Tras duros combates Jaime I logró tomar Madina Mayurqa el 31 de diciembre de 1229.

El último valí, Abú Yahya, murió y los cristianos incendiaron la ciudad y pasaron a cuchillo a la población. La matanza fue tal que los miles de cadáveres no pudieron enterrarse y las tropas fueron diezmadas por una epidemia de peste.

Los nobles que participaron en la conquista planearon quedarse con el botín y no repartirlo entre la tropa, pero la revuelta de las tropas ante esta situación hizo que finalmente accedieran a repartirlo entre sus hombres.

El saqueo de la ciudad duró hasta el 30 de abril de 1230.

Los musulmanes que lograron huir pudieron organizarse en la Serra de Tramuntana y resistir durante dos años, hasta mediados de 1232, hasta la conquista total del territorio.

El reparto de las tierras y bienes de la isla fue total y se realizó según lo pactado con anterioridad en las Cortes y según lo que se dispuso en el ‘Llibre del Repartiment’. El rey Jaume I dividió la isla en 8 partes, la mitad pasó a formar la medietas regis y la otra mitad la medietas magnatis.

Madina Mayurqa pasó a llamarse Ciutat de Mallorca, ya que Jaume I dotó a la ciudad de una municipalidad que abarcaba a toda la isla.

Posteriormente la ciudad vivió una época de prosperidad económica por su privilegiada situación geográfica para comerciar con el Magreb, Italia y el resto del Mediterráneo.

Tras la toma de la ciudad, la mezquita pasó a ser empleada como templo cristiano y alrededor del 1300 empezó la construcción de la Catedral de Santa María, popularmente conocida como La Seu.