Todo en la arquitectura y la naturaleza que rodea el pequeño caserío de Biniaraix, así como en el camino empedrado de subida al Puig de L’Ofre, contribuye a formar un paisaje idílico, singularmente bello.
Desde este llogaret del municipio de Sóller parte un camino de piedra que, a través del Barranco de Biniaraix, conducía hasta el santuario de Lluc. Se necesita estar en buena forma física para poder ascender las interminables escaleras: desde el pueblo hasta las Casas de l’Ofre cuentan con 1.932 escalones, que constituyen un impresionante ejemplo de los titánicos esfuerzos realizados por la ingeniería tradicional.
Las casas de l’Ofre, una vasta possessió situada a una hora de camino desde Biniaraix, se remonta a la época musulmana. Recibe su nombre del vocablo alfora, cuyo significado es “el valle”. Durante varios tramos de la subida por las escaleras empedradas podemos contemplar el Puig de l’Ofre (1.091), pico de forma perfectamente cónica, similar a un volcán.
Tradicionalmente, la principal actividad de la zona era la agricultura, con cultivos de huerta, viña y olivo, abastecida de abundante agua por el torrente de pequeñas cascadas que discurre al fondo del Barranco de Biniarraix. La agricultura de Biniaraix vivió una época expansiva en el siglo XIX gracias al incremento en la producción de cítricos. Al igual que otros pueblos de la Serra de Tramuntana, Biniaraix vio cómo sus hijos emigraban a ciudades europeas, especialmente del Sur de Francia, donde instalaron comercios de frutas.
La iglesia y el casco urbano de Biniaraix están declarados Bien de Interés Cultural por el Consell Insular de Mallorca, en la categoría de conjunto histórico. Construida a finales del siglo XVI, presenta un campanario con cubierta rematada por baldosines blancos.
Son destacables las casas de la possessió de cas Don y can Ribera, los antiguos lavaderos públicos y su parroquia, dedicada a la Inmaculada Concepción.
Biniaraix ha sabido conservar su arquitectura sin los efectos del desarrollo urbanístico, manteniendo la extraordinaria belleza de un paisaje muy atractivo para los residentes extranjeros, que disfrutan las maravillas de este apacible rincón en Mallorca.