La ciudad de Palma conserva valiosos ejemplos arquitectónicos de una corriente artística que alcanzó su apogeo a principios del siglo XX. El modernismo surgió en la última década del siglo XIX en Europa como una reacción al clasicismo de los siglos anteriores.
Predominó en todos los ámbitos artísticos (pintura, escultura, artes aplicadas…), que buscaban revalorizar el trabajo artesanal frente a la deshumanización propiciada por la revolución industrial.
La arquitectura urbana no fue ajena a esta corriente y pronto comenzó a cargarse de rejas geométricas, motivos florales, balaustres de piedra, líneas sinuosas y ondulantes e infinidad de detalles y nuevos materiales que transformaban los edificios en lugares agradables, elegantes, modernos y alegres. El resultado es una estética refinada y ornamental que aún hoy, casi cien años después, impacta al observador.
Palma recibió su herencia modernista de arquitectos catalanes que, a partir de Antonio Gaudí y La Sagrada Familia, extendieron la corriente fuera de Cataluña. Hoy se conservan en nuestras calles valiosos ejemplos de una arquitectura que ha logrado superar la prueba del tiempo, como demuestra la atracción que despierta entre los turistas que cada año nos visitan. Una de las muestras más deslumbrantes es el edificio del Gran Hotel, en la Plaza Weyler. Obra del arquitecto Lluis Domènech y Muntaner, es una de las primeras construcciones modernistas de Palma (1903). Actualmente acoge la sede de la Fundació La Caixa y cuenta con una colección permanente del pintor Anglada Camarassa.
La Casa Forteza Rey, en la calle Colón, es otro de los lugares más admirados. El inmueble data de 1910 y su originalidad no radica sólo en la fachada y en los elementos decorativos modernistas, sino también en la iconografía de las figuras que la adornan: figuraciones monstruosas que corresponden a una cabeza de serpiente de dragón y a un rostro de apariencia humana.
Can Casasayas (antigua Pensión Menorquina), en la Plaza del Mercado, fue proyectado por Francesc Roca i Simó. Se construyó entre 1909 y 1911 y está catalogado por el Consell de Mallorca como Bien de Interés Cultural. La reforma interior de la Catedral iniciada por Gaudí es otro episodio del modernismo palmesano, que en total suma alrededor de 40 obras. Algunas de ellas se encuentran en el arrabal de Santa Catalina, primer asentamiento urbano hacia donde creció la ciudad amurallada a finales del XIX y epicentro del espíritu comercial del nuevo siglo durante el XX. En la calle San Magín la Ferretería Central presenta las rejas geométricas, motivos florales y líneas curvas características del estilo.
El modernismo se diluye en la primera guerra mundial, pero sus manifestaciones perduran como uno de los periodos artísticos más expresivos y originales.