De un panecillo exclusivo para las clases acomodadas a símbolo de la ciudad de Palma

El llonguet es un panecillo con personalidad propia, con carácter y con historia, una historia que al menos alcanza hasta los días del arxiduc Lluís Salvador.

Tan extraordinario personaje deja constancia escrita en su obra “Die Balearen” de que el llonguet era un panecillo asociado a las clases pudientes, y describe “como los criados de la casa comían el pan pastado en casa y, en cambio, para la merienda de los señores, se compraban los llonguets en el horno”.

El llonguet, un panecillo con carácter

Aunque su origen es impreciso la opinión dominante apuesta por una procedencia francesa y que, con el tiempo, termina llegando a Catalunya, lugar donde a partir del siglo XVIII fue muy popular. Respecto a su llegada a Mallorca, muy probablemente, se deba a los viajes que los panaderos mallorquines hacían a Barcelona en busca de nuevos conocimientos o de productos que no encontraban en la isla.

El llonguet, un panecillo con carácter



A mediados del siglo XX su consumo se populariza y su producción aumenta. A diferencia del pan, que a menudo seguía haciéndose en las casas de los pueblos, el llonguet era un producto exclusivo de panadería. Se hacía a diario, por manos expertas, de uno en uno, y casi únicamente en los hornos de la ciudad donde su consumo era mayoritario, a diferencia de los pueblos y de las zonas rurales, mucho más apegados al pan payés.

Así que la gente de los pueblos empezó a denominar a los habitantes de Palma, que eran los consumidores de ese panecillo francés tan refinado, tan exquisito, con el apelativo de llonguets. Un término y un sentido que siguen vigentes en la actualidad, aunque al carácter jocoso y algo burlesco de sus inicios se ha sumado, entre los palmesanos, un posterior y actual orgullo al ser nombrados así.

Curiosamente el llonguet estuvo a punto de desaparecer, de extinguirse, pero gracias al trabajo de algunas panaderías que nunca dejaron de hacerlos y, a la aparición de recientes iniciativas como la de Orgull LLonguet, se recuperó poco a poco este carismático panecillo del olvido permitiendo que hoy esté más vivo que nunca. De hecho cada miércoles hay una ruta por hornos y panaderías de la ciudad con el llonguet como protagonista, una ruta para promover el consumo de este panecillo tan palmesano y tan artesano que ha conseguido formar parte del programa de fiestas de San Sebastián, el patrón de Palma. Y es que hoy el llonguet es todo un símbolo para la ciudad.

Voz Gourmand

El llonguet, un panecillo con carácter