Este recorrido por el corazón de Palma nos lleva a calles poco transitadas, en las que se capta el espíritu de la ciudad. Encontraremos las sabrosas especialidades de sus forns y la diversión de comprar a otro ritmo, eligiendo con cuidado los productos que ofrecen tiendas tradicionales, algunas en funcionamiento desde el siglo XVII.
Podremos contemplar hermosos palacios barrocos, edificios adornados con típicos miradores y disfrutar de la brisa marina que nos acompaña por las estrechas callejuelas.
Partimos de la plaza de la Drassana, situada detrás de la Lonja, una maravilla del gótico que no debemos dejar de visitar, y desde ahí nos adentramos en la calle del Forn de la Glòria. La panadería que da nombre a esta vía ya aparecía en el Llibre de Repartiment de Jaume I, aunque el edificio que actualmente la alberga es de 1870.
Desembocamos en la calle Montenegro, presidida por un bello palacio con el imponente escudo de los Despuig y balcones de hierro ricamente trabajados. En la calle Sant Feliu descubriremos más ejemplos de la arquitectura característica de Palma. Es una calle animada por galerías de arte, comercios de moda y regalos y bares. A mano derecha está el Forn de la Pau, donde se venden los deliciosos cardinals. Desde allí seguiremos avanzando hasta abandonar el frescor de las estrechas calles y saldremos al Paseo del Born.
Cruzando el paseo, llegamos al encantador barrio que rodea la iglesia de Sant Nicolau. Sus calles peatonales están repletas de boutiques con mucho estilo, y comercios tradicionales, como la juguetería La Industrial en la calle Pas d’en Quint, fundada en 1898. Junto a ella se halla otro establecimiento famoso en Palma, la charcutería La Pajarita, que decora sus escaparates con espectaculares bombones y marrón glacé.
Unas escaleras nos conducen a la parte alta de la ciudad, donde seguiremos contemplando monumentos y explorando tiendas antiguas. Por ejemplo, la mercería Ca Donya Àngela, junto a los preciosos edificios modernistas de Can Forteza Rey y los almacenes El Águila, que expone botones y cintas desde 1685. También, el Forn Can Fiol, situado detrás de la iglesia gótica de Santa Eulalia. Ahí nos esperan unos exquisitos cremadillos, generosamente rellenos de cabello de ángel. Por último, finalizaremos nuestra ruta en el magnífico patio barroco de Cal Marquès de Son Vivot, en la calle Savellà.
Marina del Olmo.